Pasión por el oxígeno y la luna

Te he perseguido desde el día en que nací, belleza, te he buscado sin cesar, fiel a mi pasión por el oxígeno y la luna. te he buscado en lechos ensangrentados, en las manos, en las piernas, en la nariz, en la boca, en la caída del pelo, en la cintura, en el lenguaje. sobre todo te he buscado en el lenguaje, y en las ventanas, y en los ojos, que revelan el lenguaje y penetran hasta donde la inteligencia pierde las llaves y empieza a temblar de miedo. tantos años belleza buscándote en los taxis, aeropuertos, ciudades, salones, puentes, casas solas. buscándote en la cara de mi padre, en las manos de mis hermanos, en la sombra de los amigos, en el fulgor de los enemigos, en las largas avenidas de los parques y en los obscuros pozos de mi vientre y mi cabeza. te he visto fugazmente muchas veces pero eres huidiza y veloz, y en todo caso cambias disfraces con una sorprendente rapidez: el humo perfumado se transforma en algo denso y nos muestra su recóndita peste, la sonrisa del amor asoma en cierto punto las garras y los dientes, el aroma de las manos se reviste de espantosa pestilencia, el mechero de gas que alumbra la noche de la fiesta se agota, queda mudo y el moho mancha tus hermosas medias, belleza. ¿por qué? ¿en dónde te escondes? ¿en el viento? ¿en mis venas? ¿hay que abrir las venas para que saltes? ah pero cuando te has poseído de mí te he amado hasta desintegrarme, te he rendido el homenaje de la brillantez y lo radiante, sólo para quedar más hambriento que nunca, más solitario que antes, más enamorado de tu voz y tu gozo, tu sombra y tu centro, tu redondez y tu conciencia, belleza muy amada hija de mi alma.